Desde que comenzó la pandemia los ejecutivos de todo el mundo han estado en modo de gestión de crisis. Su principal propósito es proteger a sus colaboradores y dar continuidad operacional de su negocio. Los líderes de las áreas de abastecimiento no han sido la excepción a esta regla. La pandemia se encargó de exponer la vulnerabilidad de las cadenas de suministro, las que fueron sometidas a un estrés sin precedentes.
La incertidumbre produjo importantes alteraciones en la demanda de productos y servicios. En la gran mayoría de los casos se evidenciaron importantes caídas. Pero en algunos rubros la producción tuvo que aumentar.
Debido a esto la operación, junto con las áreas de abastecimiento, tuvieron que responder en tiempo y forma a este impredecible escenario.
Uno de los principales desafíos fue sortear la extensión de los tiempos de despacho debido a intermitencias en la cadena de suministros, la cual está compuesta por varios actores: fabricantes, proveedores, distribuidores y otros. A su vez, estos debieron enfrentar cuarentenas, restricciones de desplazamiento, escasez de materias primas y stock por cierre de fronteras, entre otros.
En segundo lugar, los departamentos de adquisiciones se vieron enfrentados a una importante alza en los costos de insumos como materiales de construcción, packaging, madera y otros. Se vieron obligados a cambiar las prioridades y dejar en segundo plano sus objetivos de ahorro, que han sido prioridad durante décadas.
Una tendencia que se ha replicado a nivel global según un estudio desarrollado por la consultora McKinsey&Company que entrevistó a 160 ejecutivos de áreas de abastecimiento, donde casi la mitad declaró haber reducido sus metas de ahorro de costos como consecuencia directa de la pandemia. Los participantes hacen mención al redireccionamiento de recursos para mejorar la resiliencia de la cadena de abastecimiento, dificultades financieras de los proveedores y fuertes cambios en los volúmenes de oferta y demanda.
Las cadenas de suministros de algunas compañías se vieron afectadas también por quiebres de stock de sus proveedores. Esto nos lleva al tercer gran desafío: la necesidad de acceder a nuevos proveedores. En ese contexto, es clave para las empresas encontrar soluciones y herramientas que faciliten la búsqueda de alternativas de los insumos y servicios para mantener la continuidad operacional. Especialmente cuando hay productos o proveedores con quiebres de stock.
Luego de casi 18 meses desde que empezó la crisis sanitaria, las áreas de procurement han debido ir adaptándose en función de los diferentes cambios en la dinámica de oferta y demanda de las diferentes categorías y a los nuevos riesgos que enfrenta la cadena de suministro.
La crisis está cambiando las prioridades del sector, donde se están repensando los objetivos de ahorro y explorando nuevas maneras de crear valor. En el estudio de McKinsey se señala la aplicación de metodologías “base cero”, la cual tiene relación con sacar a la luz recursos “ocultos” que serían críticos para responder a los fuertes cambios en la dinámica de oferta y demanda. Por ejemplo, la propagación del teletrabajo ha contribuido en un ahorro de costos inmobiliarios.
Más allá del foco en los costos, las áreas de compras saben que la colaboración con proveedores plantea oportunidades de optimizar los ingresos y las ganancias para ambas partes. En efecto, quienes persiguen sistemáticamente innovaciones con sus proveedores pueden alcanzar un crecimiento hasta un 10% por ciento superior de sus ganancias, señala el estudio.
Finalmente, las soluciones digitales y analíticas como Wherex serán cada vez más valiosas en la transición hacia una nueva normalidad gracias a su potencial superior para elevar la productividad. Estas tecnologías pueden identificar otras fuentes de ahorro, mejorar la transparencia de la cadena de abastecimiento y aumentar la resiliencia. Además pueden facilitar modelos de trabajo remoto más colaborativos.
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